La artista serbia Marina Abramovic es llamada, con razón, la «Abuela del arte del performance». Por más de 40 años, ella ha participado en una variedad de eventos como, por ejemplo, la exposición titulada «El artista está presente».
La esencia del proyecto consistía en que cualquier visitante pudiera sentarse frente a Marina, y mirarla directamente a los ojos. Para la artista fue una gran sorpresa descubrir que, entre sus contendientes, estuviera su ex-novio. ¡La mujer no pudo contener las emociones!
Hoy te queremos hablar de uno de los performance más exigentes de Marina, que tuvo lugar en Nápoles, en 1974. La campaña se llamó «Ritmo 0». La idea era bastante simple: Abramovic se quedaría quieta durante 6 horas, y los visitantes podrían hacer con ella lo que quisieran, con la ayuda de 72 elementos que estaban distribuidos sobre la mesa.
En las manos de la Marina había una placa con la inscripción: «En la mesa hay 72 artículos que se pueden utilizar en mí como deseen. Yo soy el performance. Asumo toda la responsabilidad de la acción, por el período de entre las 20:00 y las 02:00».
El conjunto de objetos era bastante diverso: ¡Desde flores o plumas inofensivas, hasta tijeras, cuchillos y una pistola con una bala!
Entre los asistentes al performance se encontraba el crítico Thomas Makevilley, quien más tarde comentó acerca de los sucesos, y como todo empezó inocentemente: «Alguien le levantó los brazos, otro la volteó, el tercero le tocó en lugares íntimos…».
«Hacia la tercera hora, la situación fue empeorando. La gente empezó a cortar su ropa con la ayuda de una cuchilla. Una hora más tarde, los cuchillos, las cuchillas y las espinas de rosas comenzaron a rosarle la piel. Su cuerpo había sido expuesto al maltrato, pero Marina estaba tan comprometida con la idea, que no se resistiría incluso a la violación o al asesinato», – dijo Thomas.
Durante las dos últimas horas, varias veces a la artista se le apuntó con la pistola. Es cierto que hubo quienes le quitaron la pistola a los indolentes, pero, finalmente, el arma fue puesta en sus manos, y le obligaron a apuntarse a sí misma.
La propia artista dice: «Si dejas la decisión al público, se corre el riesgo de morir. Sentí la violencia real sobre mí. ¡A mi alrededor reinaba una atmósfera agresiva!».
Seis horas después, Marina Abramovic se puso de pie, y avanzó hacia la multitud de visitantes. La gente evitaba su mirada. Nadie quería asumir la responsabilidad de sus acciones. Parecía que todo el mundo quería olvidar cómo se burlaron de la mujer.
Este trabajo revela una cosa terrible de la humanidad. Se hace evidente que la mayoría de nosotros es capaz de causar dolor a otras personas, si no pesara ningún tipo de castigo por el acto. ¡Solo se necesita la oportunidad!
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