¿Dónde radica la fuente de la miseria? ¿Sus comienzos están afuera, en las circunstancias, o dentro de nosotros mismos? La especialista de negocios y conferencista Natalia Grace en uno de sus libros trató de darle respuesta a estas preguntas. Ella asegura que la tal llamada «Ley de la miseria innata» sí existe. Y es la razón del por qué mucha gente se programa a sí misma para ser pobre.
El equipo de ¡Qué pasada! te invita a discutir estos importantes factores, dejando tus comentarios, y por su puesto, compartiéndolos con nuestros seguidores. En esta ley descubrirás realidades, conocidas para muchos de nosotros.
1. La mentalidad
Hace años, cuando yo era pequeña, solía visitar la casa de una de mis amigas de escuela. Nos divertíamos mucho, saltabamos en el sofá, mientras no éramos observadas por los adultos. Nos gustaba el sonido de los resortes, que en algunos lugares ya estaban a punto de abrir la tela y salir a la superficie. Nos encantaba ver el polvo que salia en bocanadas del mueble, cuando caíamos en él.
Un día, veinte años despues, volví a mi pueblo y fui a visitar a mi amiga. Me estremeció ver el mismo sofá, en la misma esquina donde solíamos jugar.
¡Nada había cambiado respecto a lo que recordaba! Me encontraba ahí, turbada por la impresionante pobreza y total miseria de la situación.
Mi mente se esforzaba inconscientemente, haciendo cálculos de cuánto costaría comprar un sofá nuevo, cambiar las sillas mugrientas, los espejos rotos y pegados otra vez. Mientras conversábamos, mi imaginación me veía dando una pintada al techo, cambiando el papel tapiz. Sentía ganas de lavar las ventanas, llenas de polvo y moscas, sacar de debajo del mueble palos y cartones que sobresalían… De paso, eliminaba el florero roto.
«¿Acaso tiene problemas de dinero?», — me preguntaba… Pero mi cerebro se revelaba y sugería ir y comprar, al menos, un forro adhesivo, de los más baratos, de color madera — para la mesa. A donde quiera que mirara, había algo roto, mugriento, lleno de manchas y basura.
De repente, dentro de mi cabeza una voz me preguntó: «¿Qué crees? ¿Por qué siempre hay mugre donde hay miseria?» Y ahora te hago a ti, lector, la misma pregunta.
Incluso si cambiamos «siempre» por «casi siempre» o «con mucha frecuencia», da igual, la situación sigue siendo la misma. La mugre no es el sinónimo de la falta de dinero, sino de la mentalidad de quien allí habita. Y como la mugre y la miseria son vecinos, significa que la miseria va también de la mano de la mentalidad correspondiente.
Sólo en una mente sin aseo hay lugar para la miseria.
2. La mezquindad
En la escuela tuve una profesora de literatura maravillosa, se llamaba Tamara. Su sagacidad e inteligencia eran admirables. Un vez expresó una frase que voy a recordar toda la vida. Alguien le preguntó qué significa ser mezquino, y ella dijo: «Ser mezquino significa beber de una taza agrietada, aun cuando tienes una nueva en la estantería».
Y así sucede en muchos hogares: siempre se guarda todo lo mejor para «una ocasión especial». Y las vajillas nuevas pasan años en la estantería… ¿Qué pasa con el resto de los días? No merecen ser llamados «especiales», y la vida toma un tono gris. Quien vive esperando el futuro, nunca llegará a vivir en él.
Fue entonces que entendí que ser miserable es vergonzoso. Es una vergüenza estar sucio. Es una vergüenza tener la mente en desorden, porque esto se refljejará inminentemente en la casa y en la mentalidad de los hijos.
La vida en espera del futuro lleva al desorden y a la ruina.
3. El complejo de «Cenicienta»
Conozco a una mujer que estuvo ahorrando por mas de veinte años para comprarse una casa de campo. Madre y sus dos niñas vivían en el límite del hambre, sólo se alimentaban de cereales y granos.
La mayor me contaba que se moría de vergüenza cuando salía afuera con sus pantalones viejos desteñidos de rodillas rasgadas. Al crecer la niña, cada año, de forma mágica, también crecían sus pantalones. Centímetro a centímetro, la madre soltaba la tela debajo de cada manga. Estaba menos descolorida que el resto y denotaba la «astucia de lo miserable». Este ejemplo explica muy bien la expresión de que «la pobreza es recursiva».
No vamos a hablar de que el sistema y el gobierno no permiten ganar lo suficiente. No estoy hablando del sistema, estoy culpando a las mentes podridas. Con igual cantidad de dinero, es posible verse decente o miserable. Cuando la madre finalmente compró la casa de campo, ninguna de las dos hijas adolescentes sentía interés alguno por ella. Pero reprochaban sin cesar a su mamá el no haberles enseñado lo qué significa ser mujer.
Las niñas crecieron con complejo de «cenicienta». Estaban acostumbradas a vivir entre muebles rotos, vajillas viejas, toallas rasgadas, abrigos de años de antigüedad. Y como consecuencia, cuando alcanzaron la adultez, no conseguían gastar dinero en si mismas.
Cada vez que tenían que comprar algo, su estado de animo se arruinaba. Es como si no se sintieran dignas de las cosas nuevas. Eso, amigos míos, se resume en dos palabras: miseria innata. Se aloja en el subconsciente, en las células, en la sangre, en los huesos.
La incomodidad de gastar dinero en ti mismo, te hace miserable.
4. La programación a nivel subconsciente
Los niños que desde infancia están viendo continuamente esquinas desportilladas, se programan inconscientemente a ser miserables. Al llegar a la adolescencia, comienzan a darse cuenta de su peso. El afamado autor ruso Antón Chéjov señalaba que las paredes desportilladas y los corredores sucios tienen una influencia sumamente negativa en la aptitud de los estudiantes hacia la educación.
La mugre y la miseria aplastan a la persona. El permanecer constantemente en condiciones deplorables, programa el cerebro para ser un perdedor.
Podrían contradecirme que el aborrecer la miseria, estimula a las personas a ser mejores, progresar y ganar dinero. Pero también es cierto que muchas más personas se resquebrajan, luego de vivir en miseria durante mucho tiempo. No por gusto, las palabras «desgracia» y «desgraciado» comparten un origen común. Aleja la desgracia mental de tu vida y alejarás la material.
La frase «la riqueza es un estado de la mente» es mucho más profunda de lo que pueda parecer a primera vista. Lo mismo ocurre con la miseria, es también un estado de la mente.
La riqueza y la miseria son estados de su mente y de sus pensamientos.
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