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Boda de la hija del sultán de Malasia

Los rumores de la boda de la princesa de Malasia le dieron la vuelta al mundo. He aquí el por qué…

Hace unos pocos días, una boda real acaparó el centro de atención de los medios de todo el mundo. La única hija del sultán de Johor de Malasia, Tunku Tun Amina, de 31 años, decidió casarse, pero lo más relevante fue con quién… ¡La novia eligió a su consorte fuera del ámbito del Islam!

Dennis Verbaas, de 28 años de edad, nació en Holanda. Durante algún tiempo estuvo involucrado en el fútbol, sin embargo no alcanzó un éxito significativo en el deporte. Al mismo tiempo, se probó como modelo, y después de colgar sus guantes, se convirtió en el director de marketing del Tampines Rovers Football Club, de Singapur.

Hace tres años, Dennis conoció a la princesa en un café. Entre ellos comenzó una novela llena de chispas e intensidad. ¡Poco después, y por el bien de su amada, Dennis, incluso, se convirtió al Islam, cambiando su nombre cristiano a Muhammad Abdullah!

A pesar de lo que muchos pudieran pensar, los influyentes padres de Tunku no se opusieron a la boda, debido al inadecuado origen del novio. ¡De hecho, ellos apoyaron sinceramente la elección de su hija, e incluso ordenaron que la boda fuera transmitida por todos los medios, para que todo el mundo fuera testigo del espectáculo!

En las plazas de la ciudad se instalaron enormes pantallas, en las que se difundió el evento matrimonial, a las que miles de familias acudieron para observar los detalles de la unión. ¡La boda fue una fiesta para todos los habitantes de Malasia, y, en especial, para los del sultanato de Johor, de donde es oriunda la novia!

La ceremonia se llevó a cabo, según las antiguas costumbres. Los recién casados estaban vestidos con trajes tradicionales. Muhammad pagó un anillo simbólico, por un precio de 22.5 ringgit (aproximadamente $ 5), como es costumbre en la mayoría de los estados del sur de Johor, y después, como muestra de respeto, besó las manos de los padres de la novia.

La ceremonia oficial tuvo lugar en el círculo familiar cercano. Sin embargo, en la noche tuvo lugar otra ceremonia, más solemne y magnífica, en el jardín cerca del palacio, a la que asistieron unos 1.200 invitados. Los nuevos esposos se sentaron en lujosos sillones, e invitaron a miembros de la familia y funcionarios de estado a poner pétalos florales en sus palmas, y fueron rociaron con arroz amarillo y agua perfumada, como preludio de la felicidad.

¡Qué maravilla cuando las bodas de la realeza dejan de ser solo una muestra de presunción, y demostración de lujo exorbitante, para convertirse en un día de fiesta para todos! Eso sí es ser un buen gobernante, ¿no crees?
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