Se ha dicho que la tacañería de los alemanes es genética. Son tan ahorradores y cuidadosos que están dispuestos a sacudirse cada céntimo con tal de no malgastar el dinero. Los alemanes rara vez piden sal a sus vecinos, pagan ellos mismos en los restaurantes y consideran bastante normal un sobre con 30 euros como regalo de bodas.
El protagonista de nuestra historia compartió una anécdota sobre un primo tercero que vino a Sochi desde Alemania para visitarlo. Los dos se llevaban bien cuando eran niños, pero la última vez que se vieron fue antes de que el pariente se mudara, 18 años atrás. Desde entonces, el carácter del pariente lejano ha absorbido todas las peculiaridades de la vida en su nuevo país.
Todo para sí mismo
La familia rusa ya estaba sorprendida por el comportamiento del visitante tras el primer viaje al hipermercado. El alemán se compró una cerveza e inmediatamente dejó claro que no iba a compartirla. «Si quieres, cómprate la tuya», le espetó a su hermano. La familia, por supuesto, hizo como si no hubiera pasado nada, pero esta nota de codicia los dejó un poco atónitos, pues estaban acostumbrados a hacer las cosas de manera muy diferente.
Otras razones surgieron para hacerles pensar que los alemanes estaban dispuestos a luchar como leones por el último centavo. El pariente fue a comprar a una tienda y volvió a casa con la bolsa llena y quejándose de que la cajera le había cobrado 30 kopeks. Cuando el indignado alemán se enteró de que esa era la orden del día, se calmó un poco, pero eso era sólo el principio.
Dinero sangriento
Pronto se repitió el incidente, pero ahora el precio del asunto casi se había duplicado. Hubo una tensa lucha por 50 kopecks, esta vez el alemán no perdonó tal descaro y exigió un cambio legal. Por suerte, la cajera logró obtener algo de cambio y calmó la situación.
Entonces, en la conversación, mi pariente compartió el secreto de su éxito, cómo se las arregla para ir de vacaciones dos veces al año. Los rusos, dice, no saben administrar su dinero en absoluto; él ni siquiera tira las botellas, las recicla. Y ello a pesar de que en su trabajo en el servicio de automóviles le pagan una buena suma de dinero.
Aquí se puede ganar dinero
Y para completar, el alemán fue el que más se distinguió por sacar una mísera moneda de cinco rublos de un interruptor de rebobinado hecho para evitar que el equipo se desconectara. Con una sonrisa de oreja a oreja, el hermano entregó los cinco rublos a los propietarios, amonestándoles una vez más por su despilfarro injustificado, supuestamente de los fondos de la casa.
Las vacaciones han terminado, nuestro pariente se ha ido, pero me queda una impresión duradera de la cultura financiera de los alemanes. ¿La riqueza de sus habitantes depende de su extrema frugalidad e incluso tacañería? Si tienes alguna idea sobre el tema, no dejes de compartirla en los comentarios.
Para nosotros es difícil entender a los alemanes, porque lo que nosotros llamamos tacañería, ellos lo llaman racionalismo. De ahí que se lea sólo a la luz del día, que no se quiera dejar una propina y que se cierre el agua al lavarse los dientes.
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