Tim Burton es uno de los cineastas más famosos y populares de los tiempos modernos. Apuesto a que has visto una de sus películas, «Alicia en el país de las maravillas», «Edward Hand-scissors», «Sleepy Hollow», «La novia cadáver»… Hoy vamos a hablar un poco sobre su icónica obra: «Sweeney Todd, un peluquero demoníaco con Fleet Street».
Resulta que la historia descrita por Burton tiene sus bases reales. No en Londres en el siglo XIX, pero sí mucho antes, en París. Por supuesto, el director le agregó al filme momentos de sutil belleza, pero la esencia del horror persiste…
Así que, en el siglo XIV, en París vivió un panadero, cuyas tartas de carne con crujiente corteza fueron ordenadas personalmente por el Rey Carlos VI. Y el panadero tenía un amigo barbero, que trabajaba en una casa vecina, con el que compartía un sótano en común.
Desafortunadamente, la historia no ha conservado sus nombres, así que mucha gente piensa que esto es sólo una leyenda. Lo cierto es que, gracias a un montón de detalles precisos, podemos afirmar a ciencia cierta su veracidad.
De hecho, estas empanadas eran degustadas por toda la gente en París, pero sólo dos amigos sabían que los toppings incluían carne humana. ¡Claro, sus dos creadores!
Como sabemos, en aquel momento los barberos no sólo peinaban y afeitaban barbas. Dentro de sus deberes, se incluía la extracción de los dientes, los tratamientos con sanguijuelas, la operación de forúnculos… Así que ver sangre en el piso del barbero no era una sorpresa para nadie, razón por la que nadie le molestaba. Si el cliente era de la élite local, se le afeitaba la barba durante una conversación amistosa. Pero, si se trataba de alguien pobre y solitario, la vida de este último sólo dependía de la cantidad de carne en el sótano.
Puesto que había una Universidad cerca, el barbero nunca tuvo una escasez de clientes. Sólo necesitaba negociar con el vecino, para que esperara a la víctima en el sótano. En el momento oportuno, una navaja rasgaba la garganta, y después de abrir una alcantarilla en el suelo, el cuerpo caía en el sótano donde lo esperaba el panadero.
La víctima era descuartizada según todas las reglas, y los desechos eran arrojados al río, algo que era perfectamente coherente con los estándares de salud de la época. ¡Y todo para preparar esos pasteles que tanto le gustaban al rey!
Esta rutina se prolongó por tres años, entre 1384 y 1387. Y terminó, como de costumbre, por accidente. Uno de los estudiantes, que vino al barbero, ató a su perro en la calle. Cuando el barbero hizo lo suyo, el perro empezó a ladrar. Esto duró unos días, hasta que los vecinos llamaron a los oficiales de la ley. Cuando trataron de atrapar al perro, pero este fue directamente hasta la ventana del sótano y saltó. Abajo, la policía atrapó a la pareja, mientras descuartizaba a otra víctima.
Ya te imaginarás lo que vino después: tortura, juicio, ejecución en la Plaza. Dicen que algunas personas en el Palacio murieron, al saber qué tipo de pasteles habían comido todo ese tiempo. Otros superaron este problema como pudieron. Se ordenó eliminar a la casa donde trabajaron los amigos de la faz de la tierra, y, durante algunos siglos, nada fue construido en aquel lugar.
Después, todo cambió, y ahora allí está el garaje de la comisaría local, en cuya esquina está ubicada una tarja de piedra, en memoria de las víctimas masacradas por este par de asesinos…
Al final, quiero mencionar otro matiz, el cual también te hará pensar. Algunos elementos de esta historia fueron modificados con el paso del tiempo: Por ejemplo, a finales del siglo XIX, mientras reinaba el antisemitismo en Francia, al panadero y al barbero empezaron a llamarlos judíos, que asesinaban según un ritual. Según los informes, preparaban un Matsu sobre la sangre de los bebés cristianos…
¡Escalofriantes hechos, ¿verdad?! Si en las películas asustan, cómo sería en la vida real. Comparte estos datos con tus amigos. De seguro, les interesará conocer un poco de historia…
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