Como dice el viejo y sabio refrán, «lo que ha quedado en el pasado, pasado está». Entonces… ¿Por qué tantas veces insistimos en volver al pasado y revivir aquella intensa relación amorosa que tuvimos un día, por qué queremos reintentar una y otra vez el amor que ya se terminó, sin importar de quien fue la culpa? Esa es una pregunta sin respuesta… Y es posible que aún sientas esa espinita, la dolorosa cicatriz del pasado que no está físicamente, pero que ya superaste. ¡Pero con la mano en el corazón, entiendes que esa pérdida te dejó una cicatriz profunda! Y lo cierto es que a veces ni siquiera eres tú quien insiste en revivir la relación. ¿Por qué esa persona regresa? De vez en cuando te llama, te envía un mensaje de texto o un correo electrónico. Se quiere comunicar contigo para saber cómo estás, invitarte al cine o incluso acostarse contigo, para luego dejarte en la nada, en lo mismo…
Y vuelve nuevamente el círculo vicioso: «Ya todo está dicho, todas las disculpas aceptadas… Él ya está casado, yo también me casé, me divorcié o me volví a casar… Ya desde hace mucho tiempo él me es indiferente, pero… todavía me duele». Todo se resume a esta contradicción: «ya no siento nada por él, pero todavía me duele».
¡Es así como se siente! Al enamorarnos, abrimos una puerta que lleva directamente a nuestro corazón y que nunca más se podrá bloquear; todo «ex» sabe a qué me refiero. El mío frecuentemente me llama solo para preguntarme: «¿Te gustaría ir al cine?», y yo le respondo: «No, no quiero ir al cine» (Quería vivir contigo medio siglo, tener un hijo que se pareciera a ti y morir juntos el mismo día). En realidad, solo le contesto la primera frase, la segunda se queda flotando en mi mente. Pero al final, hay una sola cosa que quiere saber mi «ex», y se resume en una sola pregunta: «¿Me amaste?», – me pregunta, y le respondo – «Sí, desgraciado, sí te amé».
Después de cada llamada suya necesito hacer una limpieza en mi corazón. Ya no sé qué hacer para que no regrese, para que deje de atormentarme. Y de nada vale que le hable con voz tranquila y pausada, o que ignore sus mensajes y llamadas… Cada reacción, incluso la de ignorar, se convierte para él en una respuesta afirmativa a su pregunta. Atormentada, me pongo a analizar. ¿Por qué me dejan en paz aquellos, a los que no amé? ¿Tal vez porque no les doy la misma importancia? Entonces, se me ocurre una solución… ¿Por qué no hacer lo mismo que hace mi «ex»? ¿Tal vez debería empezar a mandarle mensajes de texto, de vez en cuando? Una vez al mes o a la semana, esto no cuesta tanto, al fin y al cabo, mi tan ansiada tranquilidad vale mucho más. Así empezaré, con la misma respuesta que tanto busca oír: «Te amé. Déjame en paz».
El pasado no está en nuestro poder, ya nada se puede cambiar, por tanto, de nada sirve lamentarte ni llorar por lo que pudo ser y no fue… Aferrarte al pasado solo impedirá que avances por la vida y encuentres tu verdadera felicidad. Ten valor de poner un punto final, elegante y determinante a tu vida pasada, pasa la nueva página a tu libro de vida, para seguir adelante. Comparte este post con tus amigos y familia, para que aprendan a disfrutar el presente y el futuro, sin aferrarse al pasado, para prosperar en el largo camino de la vida.
Deje su opiñón sobre la publicación