El 23 de noviembre de 1991, una impactante noticia sorprendió a todos los fans de la legendaria agrupación musical Queen: a su insustituible vocalista, Freddie Mercury, le habían diagnosticado una terrible enfermedad terminal, el SIDA. Al día siguiente, el ídolo de millones nos dejó para siempre.
5 años antes de su trágica muerte, el cantante se había realizado la prueba del VIH. Desafortunadamente, los resultados fueron positivos… A partir de entonces, el mundo de Mercury se volvió patas arriba, pero él se propuso sobreponerse y vivir al máximo cada día del tiempo que la vida le permitiera.
Mercury confesó: «Cuanto mayores sean los problemas en mi vida, mejores serán mis canciones». Al parecer, esta es la cruz de cada artista. ¿Será que un trabajo así realmente requiere tanto sacrificio?
En este período tan difícil de su vida, Mercury decidió grabar un álbum en solitario. Para ello, el cantante se trasladó a Múnich, Alemania, donde el músico dijo haber encontrado la verdadera revelación de su ser. Allí se sintió libre, sin nadie que lo distrajera de su trabajo. Su productor musical dijo que una vez Freddie se le acercó con las siguientes palabras:
«Esto es muy bueno, puedo comer perros calientes en la calle, y nadie me insinúa nada. ¡Estoy feliz de poder ser igual a todo el mundo!»
En 1985 nació «Mr. Bad Guy», una de las últimas creaciones de Mercury. Lo más probable es que él se refiriera a sí mismo, por su mal estado de salud.
Un año más tarde, Queen dio un gran concierto en Budapest y reunió nada más y nada menos que a 80 mil personas. Nadie se imaginó que Freddie fuera a vivir solo unos pocos años más. Saltó por todo el escenario, bromeaba mucho… ¡Este concierto fue una sólida representación teatral!
El mayor éxito de las canciones de Mercury, como parte de Queen, fue en un concierto celebrado el 9 de agosto de 1986 en Inglaterra. Los músicos atrajeron el increíble número de 300 mil espectadores. ¡Todo un récord! «Yo recuerdo que Freddy dijo en su último concierto: «Ya no puedo más», – comenta Brian May, el guitarrista de la banda.
Freddy, ya enfermo terminal, no se rindió, y en 1987 escribió otro par de canciones en solitario. Como resultado de su incansable trabajo, aparece el hit «The Great Pretender». Un amigo de Freddie Mercury, el locutor de radio Paul Gambaccini, dijo una vez: «El escogió esa canción, porque era un impostor. En la vida real, Freddie era un hombre tímido que se escondía detrás de su forma abierta en el escenario».
Además, el año 1987 fue muy significativo para Mercury, pues tuvo la suerte de conocer a Montserrat Caballé. El cantante siguió ajustándose a una posición de vida activa, a pesar de que su fuerza física se desvanecía lentamente.
En 1989 publicó otro álbum con el nombre simbólico «The Miracle». Y fue realmente un milagro, pese a su enfermedad que progresaba día a día. El diagnóstico de este conocido artista sólo era conocido por sus más cercanos. Él negó rotundamente cualquier rumor sobre su incurable enfermedad.
En 1991, Mercury, en un último esfuerzo, cruzó el umbral del estudio para grabar junto a su grupo la inmortal obra «I’m Going Slightly Mad» (Me estoy volviendo un poco loco). El equipo de grabación se desalentó mucho al ver el estado de Mercury: la ropa le colgaba, y su cara estaba cubierta con unas manchas extrañas. ¡Su aspecto era aterrador!
En el vestuario, incluso pusieron una cama, para que Mercury pudiera descansar en los intermedios del rodaje.
También en febrero, el equipo dio a conocer el brillante álbum «Innuendo», con la famosa canción «Show Must Go On» (El espectáculo debe continuar). Por cierto, la letra fue escrita por Brian May, uno de los muy pocos que sabían de la terrible enfermedad de Mercury.
El 23 de noviembre de 1991, Freddie Mercury hizo una declaración pública:
«Teniendo en cuenta los rumores que circulan por la prensa durante las últimas dos semanas, quiero confirmar que mi análisis de sangre dio positivo para VIH. Tengo SIDA. Me pareció necesario mantener en secreto esta información, para calmar a mis familiares y amigos. Sin embargo, es el momento de decirles la verdad a mis amigos y fans de todo el mundo. Espero que todos se unan a la lucha contra esta terrible enfermedad».
Apenas un día después, Mercury falleció a las 19:00. Antes de su muerte, el cantante expresó sus deseos de cómo quería que fuera su propio funeral.
Fue enterrado según los ritos del zoroastrismo, la religión que profesaban sus padres. La ceremonia duró sólo 25 minutos, el ataúd con su cuerpo fue envuelto en una tela de seda blanca, y encima fue colocada una rosa roja. Además de las oraciones en la antigua lengua iraní, sonaron las canciones de su cantante favorita, Aretha Franklin, y el aria de la ópera «Il Trovatore» de Giuseppe Verdi, interpretada por Montserrat Caballé.
Luego, el cuerpo del cantante fue incinerado. Por decisión de Freddie, sólo Mary Austin, el amor de su vida, sabe dónde se encuentran sus restos.
¡Pero el espectáculo debe continuar! Las legendarias composiciones de Mercury todavía suenan en los auriculares de muchos jóvenes fans. ¡Es un clásico inmortal! Como señal de respeto por el trabajo del gran Freddie Mercury, comparte este artículo con tus amigos de las redes sociales.
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