Esta historia conmovedora empezó cuando Amanda Guarascio y su amigo Dylan Parkinson habían escuchado sobre un perro ermitaño y solitario que llevaba mucho tiempo viviendo solo en las montañas Carbonado (Washington DC, Estados Unidos). Ambos, Amanda y Dylan, enseguida se dispusieron a hacer el viaje para rescatarlo y darle otra oportunidad.
Pero había un problema muy grande. El perro, al parecer, no había tenido contacto con los humanos por un largo período de tiempo, y a toda costa, rehuía de su presencia. Ni siquiera la comida lo impresionaba. Los chicos estuvieron varias horas intentando acercarse, de diferentes formas, y ganarse su confianza, pero sin éxito.
Todos sus esfuerzos que el animal los aceptara fueron en vano. Angustiados, los muchachos decidieron tomar el camino de regreso, pero al cabo de un par de horas volvieron a la montaña. Continuaron con los intentos de acercarse hasta bien entrada la madrugada, pero igual sin éxito. Lo más impresionante es que no se rindieron y no se fueron a casa. Y como último recurso, a Amanda se le ocurió una idea alocada.
Al bajarse de su auto bien despacito, ella se tendió en el suelo, de espaldas al animal. Este comenzó a ladrar y a gruñir pero, finalmente, la curiosidad lo venció. El animal ¡se le acercó para olfatearla! A un lado del camino, en el suelo, Amanda había cambiado su posición a una postura fetal y estuvo así alrededor de 20 minutos. El perro la olfateó unos instantes pero, al final, perdió el interés y se alejó a una distancia prudente desde donde la observaba con desconfianza. Al poco rato, la chica se levantó lentamente y decidió ir acortando las distancias poco a poco, tratando de no hacer movimientos bruscos, para que el perro no se asustara.
¡Demoró una hora para llegar a él! Cada vez que el perro mostraba signos de ansiedad, Amanda se echaba al piso y no se movía, esperando que se acostumbrara a su presencia.
Si la chica se acercaba muy de prisa, el perro ladraba como una advertencia. Entonces Amanda, inmediatamente, desviaba la mirada, lloriqueaba y gemía para calmar al animalito. Hizo todo lo posible por despertar el interés en él, y al final, el impresionante esfuerzo dio sus frutos.
Unos minutos después, el perro se acercó a la chica y se echó a su lado.
Al no percibir ninguna hostilidad hacia él, el animalito terminó por aceptarla y seguirla. Pudieron montarlo en el coche y llevarlo al veterinario para que lo atendieran.
En la actualidad, el perro está esperando por una familia que desee adoptarlo y darle todo el amor y cariño que merece. Ya él dio su primer paso para la nueva vida, al vencer su miedo hacia los humanos. Esta hermosa historia nos demuestra como esta chica, con su paciencia, el valor y el cariño hacia los animales, fue capaz de cabiarle la vida al pobre animalito.
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