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Historias reales donde habita el amor verdadero (¡sí, sí, existe!)

Si se pregunta a mil personas qué es el amor, cada una de ellas dará una respuesta distinta (si es que la da). El amor puede manifestarse de muchas formas: desde la exigencia de llevar un gorro cuando hace frío hasta un tierno beso tras una pequeña disputa.

Hoy, la redacción de ¡Que Pasada! ha recopilado historias tiernas y sinceras en las que vive el amor de verdad. Cada una de ellas es única a su manera, pero todas están unidas por las emociones más cálidas y toneladas de sentimientos genuinos.

1. «Mientras mi amada estaba en el baño, me metí debajo de la cama. Cuando vio que me había ido, se escondió en el armario para asustarme. ¿No estamos hechos el uno para el otro?».

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2. «Hace muchos años, mi amiga de 6 años y yo jugábamos a las bodas. Y hoy somos novios».

3. «Mi cónyuge tiene una barriga enorme. No se pelea conmigo porque no hay nadie más que le ayude a atarse los cordones».

4. «Tengo 25 años, estudio en otro país y trabajo. Pero cuando llamo a mi madre, siempre contesta: «¿Sí, cariño?». En ese momento, todos los problemas desaparecen en alguna parte».

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5. «Cuando mis padres se conocieron, mi padre empezó a enseñar a mi madre a conducir un coche. Cuando el coche ya se hundía en el fondo del río, le preguntó si quería casarse con él. Por suerte, la cosa acabó bien. Un mes después se casaron. Ahora mamá conduce muy bien el coche».

6. «Le dije a mi hijo de 7 años que siempre había querido ver Disneyland, y el día de mi 30 cumpleaños mi marido me regaló unas entradas para ir allí. Resulta que mi hijo se acordó de mi deseo y se lo transmitió a su padre. En unos días volamos a Francia».

7. «Me enamoré de un profesor. Asistí a todas sus clases, me preparé cuidadosamente para los seminarios. No, no me convertí en su esposa. Pero ahora soy una gran especialista y he encontrado un trabajo muy bien pagado».

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8. «Para complacerme, mi marido decidió aprender a hacer tortitas, volteándolas en el aire. Todo sería genial, si no fuera por las manchas en el techo…».

9. «Soy un hombre. Siempre me ha gustado la música heavy, las fiestas moteras y otras cosas que, como se suele decir, no puedes contar a tus nietos. En algún momento, quise la simple felicidad familiar. Ahora me encanta cocinar y me derrito cuando mis hijos se lo comen todo y dicen que estaba delicioso».

10. «Mi amado trabaja de animador, entreteniendo a los niños con un disfraz de oso. El caso es que este disfraz se parece mucho al oso de mi infancia. Cuando quiero tener una charla sincera, él se lo pone y yo me siento en su regazo y hablamos de todo. Funciona tan bien que siento un subidón de nueva energía positiva».

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11. «Una vez viajaba en autobús y vi desde mi teléfono el reflejo de un conejito de sol en el techo. De repente apareció otro al lado. Cuando empecé a conducir el conejito, el segundo empezó a alcanzarle. Cuando estaba a punto de irme, alguien se acercó por detrás y me abrazó: «¡Te tengo!». Era mi futuro marido».

12. «Después del trabajo, quería limpiar el piso antes de que mi marido volviera de un viaje de negocios. Pero estaba tan cansada que me desmayé en el sofá. Me despierto: el piso está limpio, huele a algo delicioso, mi marido duerme. Mi hija de 14 años dejó una nota: «Lo he limpiado todo, he dado de comer a todos. He ido a casa de Yulka, llegaré tarde porque me lo merezco». Ni siquiera discutí».

13. «Mi marido Zhenya trabaja en un equipo grande, así que a menudo llega a casa irritado. Empiezo a contarle cuentos de hadas, en los que aparece el héroe Zhenya, y se duerme con una sonrisa».

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14. «Mi padre es militar. Nunca mostró emociones afectuosas en casa. Una vez, cuando llegué después de romper con un chico, me abrazó fuerte por primera vez, dijo que yo era la mejor y que ningún chico era digno de esas lágrimas. Me sentí increíblemente bien».

15. «Le conté a un chico que una vez me peleé con un pingüino en el zoo y él se arrodilló, cogió un bollo y me propuso matrimonio con las palabras: «¡Hagamos gilipolleces juntos el resto de nuestras vidas!»».

16. «Mis padres eran estudiantes pobres, así que sólo firmaron en el registro civil. Un día me dijeron que se arrepentían mucho de no haber tenido una boda. Ahora les estoy preparando una sorpresa: en otoño les espera una auténtica celebración».

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17. «Mi amiga siempre se vigilaba a sí misma, riéndose a carcajadas de que «el mundo interior sólo necesita un patólogo». Desde hace tres años está felizmente casada con un patólogo».

18. «Tuvimos una gran pelea con mi marido. Le grité: «¡Bueno, vete!» Y él me contestó: «¡Bueno, me voy!». Empezó a hacer la maleta y sus pantalones favoritos estaban en la lavadora. Cogió la chaqueta, el sombrero y los pantalones. Le dije: «De todas formas estarán mojados». Y él me respondió entre dientes: «¿Y a ti qué te importa?». Me hizo tanta gracia que me reí a carcajadas, y luego él se unió a mí. Hicimos las paces».

¡Les deseamos a todos tanto amor!

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