La educación de los niños es un proceso muy complejo. No importa cuán fuerte es el amor que sintamos por nuestros hijos, tarde o temprano, en todas las familias surgen conflictos. Y frente a esto, incluso los padres más experimentados, a menudo, no saben cómo comportarse en una u otra situación difícil.
Blogera Kathleen Fleming compartió con sus suscriptores la historia de su vida. Una vez, ella discutió con su hijo. Enojado, el chico se puso furioso y, en un ataque de ira, rompió el espejo. Parecía que esta situación no podía resolverse sin una amonestación grave. Pero Kathleen fue capaz de solucionar el conflicto, gracias a una decisión inesperada.
Esta historia tanto emocionó a los usuarios de Internet que, solo debajo de la publicación original, fueron dejados ¡casi un millar de comentarios! ¡Qué pasada! te propone aquí conocer los detalles de lo sucedido.
«Un día, mi hijo llegó a casa muy enojado. Yo no me di cuenta de esto enseguida y solté una frase descuidada que lo irritó aún más. Esto fue la última gota que desbordó el vaso, llevando a mi hijo a un estado de rabia incontrolable. Se dirigió al cuarto de baño y, desafiante, cerró la puerta que tenía el espejo colgando. El golpe provocó que el espejo se saltara del marco, rompiéndose en miles de pedazos…
La cólera – es una emoción muy fuerte que se transmite alrededor al instante. Mi primera intención fue gritarle a mi hijo en respuesta, pero… logré reponerme. Después de todo, la furia alimentada por el mal, mi respuesta de enojo, solo añadirían más leña al fuego en una situación que, de por sí, ya estaba caliente.
Tomé una respiración profunda y dejé escapar el aire, lentamente. Sin decir una sola palabra, tranquilamente, saqué a nuestro perro a la calle, para que no se fuera a herir las patas con cristales rotos, y por la misma razón, cerré en el sótano al gato.
Salí afuera para concentrar mis pensamientos. Caminé alrededor de la casa, mientras las lágrimas fluían sin parar por mis mejillas. Me sentí humillada y terriblemente sola… Pero al mismo tiempo, sabía que mi hijo no estaba mejor que yo.
… Cuando pasé cerca del cuarto de baño, lo escuché llorar. La ira cuando no se refuerza con una respuesta, sale rápidamente. Y al desaparecer la ira, surge todo un cúmulo de nuevas emociones: la confusión, la vergüenza, el miedo, el dolor…
Entendí que mi hijo me necesitaba. Al entrar al cuarto de baño, vi la cara en lágrimas del ser a quien más amo en mi vida. Mi hijo me miró a los ojos y, con la voz temblorosa entre lágrimas, dijo: «¡Perdóname, madre! Nunca más voy a hacer eso. Lo siento…»
En respuesta, sólo un abracé a mi bebé. Solamente la bondad y el amor curan las heridas del alma. Mañana, con calma y seriedad hablaré con mi hijo acerca de lo que había sucedido. Pero ahora, él necesitaba mi comprensión.
Lo más importante es que él entendió que la ira puede tener consecuencias graves. Este incidente ayudó a mi hijo a crecer un poco y darse cuenta de que la ira arrastra una serie de emociones negativas, y que por cada descarga de rabia que tenga, tendrá que pagar con una devastación en el alma».
Esta historia nos brinda un ángulo diferente para mirar el conflicto entre los hijos y los padres. Si estás de acuerdo con el método educativo, empleado por Kathleen, sin duda compártelo con tus amigos y allegados.
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