«Soy una mamá perezosa»: así se define Ana Bykova a sí misma. ¡Qué pasada! desea compartir contigo sus ideas, tal vez te ayuden a entender cuál es tu rol como mamá. ¡Tus hijos lo pueden estar necesitando!
«Soy una mamá perezosa, además egoísta y despreocupada… ¿y quieres saber por qué? Bueno, soy así porque quiero que mis hijos sean independientes, tengan iniciativa y desarrollen sentido de la responsabilidad».
Cuando Ana trabajaba en un jardín de niños conoció varios casos de sobreprotección paternal, pero uno particularmente se quedó grabado en su memoria: Sebastián. La mamá de este chico pensaba que él debía comerse toda la comida siempre, sino iba a adelgazar.
«No sé cómo lo alimentaban en casa, pero cuando llegó por primera vez al jardín, ya tenía desorden del apetito. Masticaba mecánicamente y tragaba todo lo que le ofrecían, pero había que darle la comida porque «él mismo no sabe comer» (así decía su mamá). El primer día que le di de comer a Sebastián, noté que el pequeño no mostraba ningún tipo de emoción en su rostro: yo le acercaba la cuchara, él abría la boca, masticaba, tragaba…»
Le pregunté: «¿Te gusta la avena?», y Sebastián me contestó: «No».
No obstante, abrió la boca y se comió la comida.
«¿Quieres más?» – le dije, mientras levantaba la cuchara. – «No», – pero siguió masticando y comiendo. «¡Si no te gusta, no te lo comas!» – le respondí.
El pobre niño abrió sus ojos sorprendido. ¡Él no sabía que eso era posible!
Al principio Sebastián estaba feliz de poder decidir si comer algo o no, y comía únicamente compota, pero luego empezó a comer solamente lo que le gustaba, y el resto lo dejaba en el plato. Aprendió a elegir por sí solo. Después decidimos dejar de darle la comida con la cuchara porque la alimentación es la única necesidad natural, y un niño hambriento va a comer por sí mismo.
Como ya dije, soy una mamá perezosa… Cuando los niños cumplían un año, yo les entregaba la cuchara y me sentaba a su lado a comer. Para cuando cumplían un año y medio, ya sabían comer con tenedor.
Otra necesidad natural es defecar. Sebastián aún lo hacía en sus pantalones. Su mamá nos dio la instrucción de llevarlo cada dos horas al baño. «En casa yo misma lo siento en el baño y lo mantengo ahí hasta que haga todo».
A pesar de que ya no era tan pequeño, en el jardín de niños Sebastián esperaba a que alguien lo llevara al baño. Cuando no podía aguantar, mojaba sus pantalones sin siquiera intentar quitárselos e ir a pedir ayuda. Al cabo de una semana el problema ya estaba resuelto.
«Quiero ir al baño», – les dijo Sebastián orgullosamente a los otros niños, cuando iba hacia el retrete.
«Soy una mamá perezosa. Los fines de semana me gusta dormir hasta tarde. Un sábado me desperté como a las 11, y mi hijo de 2 años y medio estaba viendo dibujos animados y comiendo pastel. Él mismo había prendido el televisor y había buscado el disco que vería en el reproductor de DVD.
Y mi hijo mayor, de 8 años, ya no estaba en casa para ese momento – me había pedido permiso el día anterior para ir al cine con uno de sus amigos y sus padres para ver una película. Yo le dije que no me levantaría tan temprano, así que si quería ir al cine entonces debía poner él mismo su despertador y arreglarse solito. Curiosamente, sí se levantó… Por supuesto, yo también programé mi despertador y, a escondidas, supervisé que se vistiera y desayunara antes de irse.
Por otra parte, nunca reviso el portafolio de mis hijos, ni vacío su mochila de karate, ni pongo a secar sus cosas después de las clases de natación. Mucho menos les hago sus deberes (y les va muy bien en la escuela, por cierto). Desde hace mucho tiempo no tengo que sacar las bolsas de basura de la casa, mi hijo mayor lo hace siempre de camino a la escuela.
Además le pido que me prepare café y me lo traiga donde esté sentada, leyendo o haciendo cualquier cosa. ¡Cada día soy más perezosa!
Sin embargo, lo sorprendente es cómo cambia todo cuando viene de visita mi mamá, su abuela. El mayor se olvida que sabe hacer los deberes solo, ya «no se acuerda» cómo calentar su comida u organizar su portafolio. Incluso le teme a la oscuridad de su cuarto, y la abuela debe estar cerca. Bueno, lo que sucede es que, a diferencia de mi, la abuela no tiene nada de perezosa…».
Seguramente Ana te ha puesto a pensar… Pero una cosa sí es real: Los niños solo serán autosuficientes, si sus padres se lo permiten. No se trata de desatender tus deberes como mamá, solo permitirle a tu pequeño crecer y desarrollar todas sus habilidades por sí solo. ¡Tu hijo puede estar necesitándolo en este momento! Comparte este post con tus amigos padres, para que comprendan las desventajas de la sobreprotección.
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