La relación familiar – es una cosa difícil. Es solo parece que, si se aman el uno al otro, no se separarán nunca más y van a estar juntos hasta el final de sus días. Para que esto sea cierto, es necesario trabajar duro, día a día, para encontrar una solución de compromiso. De lo contrario, tal matrimonio estará condenado al fracaso.
La historia que hoy ha traído ¡Qué pasada!, tuvo lugar en una de las familias estadounidenses, pero bien podría suceder en cualquier hogar. Llegando a casa después del trabajo, el marido encuentra sobre la mesa una carta de su mujer. Lo que estaba escrito allí fue lo siguiente…
¡Querido esposo!
Te escribo esta carta para decirte que me marcho. En estos 7 años, he sido la esposa perfecta para ti, pero no he recibido nada a cambio. La última gota que desbordó mi paciencia fue la llamada de tu jefe, quien dijo que renunciaste al trabajo.
La semana pasada no notaste ni mi nuevo corte de pelo ni mi manicura. No te importó siquiera que haya preparado tu plato favorito para la cena y me pusiera una túnica nueva. Todo lo que hiciste toda la tarde fue ver el fútbol e irse a dormir. Dejaste de decime que me amabas. ¡No sé, puede que hayas dejado de amarme o estas simplemente fingiendo, pero para mí, ya es suficiente!
P. S. ¡Por si te interesa, me fui con tu hermano Carl a Virginia Occidental!
Pronto en el buzón electrónico de la esposa apareció la respuesta, enviada por su ex:
¡Estimada ex mujer!
Tu carta me ha alegrado mucho. Por supuesto, hemos estado casados durante 7 años, pero en todo ese tiempo me fue muy difícil llamarte una esposa perfecta. Los partidos, los miraba solo para no escuchar tus reproches, pero no me fueron de mucha ayuda. En cuanto a tu cabello, sí me fijé en él, pero no te lucía bien, así que decidí quedarme callado. ¡De pequeño, mi madre me enseñó que si no se puede decir algo agradable, mejor guardar silencio!
En cuanto a la cena… Probablemente, me estés confundiendo con mi hermano, porque hace unos cuantos años que no como carne de cerdo. Y de tu ropa hermosa, me di cuenta. Sólo que la etiqueta de precio de $ 49, que aún conservaba, me quitó todos los deseos, porque justo el día antes, mi hermano me pidió prestado los $ 50.
A pesar de todo esto, yo todavía confiaba en que pudiéramos irnos y empezar una nueva vida. Todo esto podría hacerse realidad porque el otro día gané $ 10 millones en la lotería. Dejé mi trabajo y compré pasajes para Jamaica, para nosotros dos. Pero ahora eso ya no importa. Mi abogado me dijo que, gracias a tu carta, no podrás obtener de mí ni un centavo. ¡Qué te vaya feliz!
P. S. Por cierto, espero que no induzca a la confusión el hecho de que mi hermano Carl nació Carla. ¡Buena suerte!
¡Esto es a lo que lleva la ausencia de diálogo normal dentro de la familia! Después de todo, estos problemas podrían ser resueltos hablando, sin esperar la ruptura. ¡Nuestro equipo editorial desea a todas las familias la comprensión y el entendimiento, y que en su casa siempre haya paz y tranquilidad!
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