Una vez Kevin Elliot, un joven soldado británico combatiente en Afganistán, de broma, hizo una apuesta con su mejor amigo Barry Delaney. Elliot insistió en que si alguna vez fuera asesinado en batalla, Delaney debía llevar a su funeral el vestido más feo y ridículo que encontrara. Delaney, por supuesto, no pudo negarse y acepto tan oscura y pero al mismo tiempo divertida petición de su amigo.
En Afganistán, Elliot y Delaney se mantuvieron en contacto. Aunque no se veían la mayor parte del tiempo, su amistad permaneció fuerte. Desafortunadamente, el destino inexorable de Elliot se cumplió tres años más tarde.
Cuando llegó la hora del funeral de Elliot, Delaney sabía exactamente qué hacer. Se sirvió una copa de vodka, la bebida preferida de su amigo y propuso un brindis por el héroe caído. Delaney estaba vestido con el traje más grotesco que pudo encontrar. El vestido de luto, verde limón, fue complementado por unas ridículas medias largas de neón rosa.
Sin lugar a dudas, este extraño vestido se veía tototalmente inadecuado en el funeral, pero solo a primera vista. Era una muestra sorprendente de una verdadera amistad. Todos los presentes estaban al tanto de la promesa hecha por Delaney a Elliot. Con un profundo sentimiento de empatía miraban al soldado sufriendo la pérdida de su amigo.
Esta historia es muy conmovedora. Delaney se mantuvo fiel a su promesa, hizo exactamente lo que un amigo de verdad haría en esta situación. Aquí está el humanismo en acción: cuando una persona pierde su vida en una guerra absurda, reírse un poco de sí mismo, burlarse de la vida se vuelve absolutamente natural. ¡Cuéntale a tus amigos de esta trágica historia llena de tan hermoso sentimiento de amistad!
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