Matt y Diane se conocieron desde chicos. Los tiernos lazos infantiles con el tiempo se tornaron más fuertes, por lo que decidieron unir sus vidas para siempre. De esta amorosa unión nació una hermosa niña, la pequeña Louella.
Recientemente, Diane colocó en Facebook una fotografía tomada por su esposo, donde se la ve durmiendo abrazada a su hija. La imagen en poco tiempo se hizo viral, atrayendo miles de suscriptores.
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«Sucedió hace unos días. A nuestra pequeña hija Louella le comenzaron a salir sus primeros dientes, por lo que la niña lloraba constantemente. Para calmarla, me acosté a su lado en la camita, y pronto nos quedamos dormidas las dos…
Cuando desperté, descubrí que Matt ya había regresado a casa. Parecía preocupado, y en sus ojos brillaban lágrimas. Al ver mi mirada de preocupación, mi marido se apresuró a tranquilizarme, diciendo que todo estaba bien. Resulta que, al vernos dormir, Matt se dio cuenta de lo mucho que nos amaba, y la escena, involuntariamente, le recordó una historia contada por nuestro sacerdote.
En una ocasión, Matt y yo nos encontrábamos en la iglesia para el servicio del domingo. Después del servicio, nos pusimos a conversar con el pastor, y él nos contó sobre un caso del que fue testigo en un orfanato de Uganda.
Como misionero, el pastor solía visitar escuelas y hogares de acogida para niños en todo el mundo, pero aquí, en este orfanato, notó una atmósfera especial. Cuando el pastor llegó a una enorme habitación colmada de cunas de bebés, para su sorpresa, en el lugar reinaba un silencio sobrecogedor…
Por lo general, cuando muchos bebés están reunidos en una habitación, lo normal es escuchar constantes ruidos, silbidos o llantos. Pero acá reinaba el silencio…
El pastor le preguntó a un trabajador del refugio por qué los niños estaban tan callados… La respuesta siempre quedará grabada en su memoria. El trabajador contestó que, al principio, todos los niños recien llegados al refugio, lloran sin cesar. Sus gritos expresaban dolor, los pequeños llamaban a sus familiares para pedirles ayuda. Pero después de una semana, todos callaron, pues comprendieron que nadie vendría para consolarlos.
Ese silencio indica la desesperanza reinante en sus corazones. Los niños comprenden que nadie vendrá por ellos, tal vez nunca…
Esa historia nos estremeció. Nos prometimos nunca pasar por alto los gritos de nuestros hijos. Incluso por la noche, cuando escucho el llanto de Louella, sin importar lo cansada que esté, siempre voy a confortarla.
Al verme durmiendo en la cuna junto a Louella, Matt lo comprendió todo sin palabras. Mientras dormíamos, él nos preparó la cena, y al despertarme me abrazó y me dijo: «Te amo más que cualquier otra cosa…»
Es imposible permanecer indiferente a la lectura de estas líneas. Los niños nacen para ser felices, no debemos permitir que la desesperanza les colonice sus corazones. Comparte esta historia con tus amigos para que nunca olviden que nuestros pequeños nos necesitan y lloran desconsoladamente, cuando se sienten desprotegidos y solos.
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