Durante tres años, día tras día, Jared estuvo pasando a lo largo del patio vecino, en Phoenix, Arizona, mientras observaba a un perro que allí vivía. Todo este tiempo, el desafortunado animal estaba sentado, con la misma cadena, en el mismo cuartico. El chico nunca había visto a alguien hablar con el perro o pasarle la mano. Por supuesto, el animal, agresivo, le mostraba los dientes, ante los intentos del desconocido de establecer contacto con él. ¿Qué más se podía esperar de un perro, con quien las personas, al parecer, no tenían contacto alguno?
Pero al pasar un par de semanas, el cariño y la atención constante del muchacho abrieron una profunda brecha en la desconfianza del animal. La ternura con que el perro respondió a la caricia, impactó al chico. Este mismo día habló con su «dueña» para que se lo diera, para sacarle del infierno en el que estaba toda su vida. En este momento se enteró que el pobre perro vivía encadenado no por 3 años, como él pensaba, sino por 10 o, tal vez, 15 años, sin conocer el afecto humano. Afortunadamente, en solo un mes, la vida del perro que solo conocía la cadena, suciedad y ningún tipo de atención, había cambiado drásticamente.
Rusty Diamond fue el nombre que el muchacho salvador le escogió para su mascota, que quiere decir Diamante Oxidado. Cuando rescató al animal, lo primero que hizo fue llevarlo al veterinario donde el perro tomó, posiblemente, el primer baño de su vida. El collar, que aguantaba la cadena, por cierto, hubo que cortárselo — retirarlo simplemente no fue posible. Afortunadamente, una buena familia se interesó por el destino del Oxidado, y ahora, un mes más tarde, en su nuevo hogar, ¡al perro ya era imposible de reconocer!
¡Gracias a todas las personas de buen corazón que mostraron la compasión y le dieron amor, cariño y feliz hogar a este hermoso perro! ¡Comparte con tus amigos este emocionante video!
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