En el 2008, el mundo fue sacudido por el caso Fritzl, que tuvo lugar en una pequeña ciudad austriaca de Amstetten. Durante casi un cuarto de siglo, la familia del ingeniero electricista Josef Fritzl vivió en total agonía.
Resulta que la hija de Josef, Elizabeth, de 18 años, huyó de la casa. Según los amigos de la adolescente, la chica estaba harta del comportamiento tirano de su padre, y ya había planeado escapar otras veces. Así que nadie se sorprendió por su proceder.
Sin embargo, nadie sabía a dónde se había ido. La policía no pudo encontrar a la rebelde, y finalmente el caso fue cerrado. ¡Solo 24 años después, se descubrió que Elizabeth había pasado todo este tiempo en el sótano de su propia casa!
El caso es que Josef, su padre, la había mantenido prisionera por casi 25 años. Este hombre solía seducir y abusar sexualmente de su propia hija, desde que cumplió 11 años. Incluso, dos años antes de la supuesta huída de la niña, Fritzl comenzó a convertir parte del sótano de la casa en una peculiar prisión.
El 29 de agosto de 1984, el sinvergüenza encerró a su hija, de 18 años, en ese lugar. ¡Allí ella pasó la mayor parte de su vida!
Fritzl abusaba más de su hija cuando se sentía en pleno poder. El sádico, de vez en cuando, violaba así a la infeliz. Durante el encarcelamiento, Elizabeth dio a luz a siete hijos de su padre.
Uno de los niños murió tres días después del nacimiento, por ser privado de toda asistencia médica.
Como era imposible tener a tantos niños encerrados en el sótano, Josef decidió quitarle tres a su madre, arreglándolo todo, como si la hija fugitiva los hubiera mandado a sus padres, para que estos los criaran. Los otros cuatro, desde que nacieron, solo conocieron la oscuridad de su encierro, sin ver la luz del sol.
Esta historia terminó 24 años después, y por pura casualidad…
Cuando la hija mayor de Elizabeth, Kerstin, enfermó gravemente, Fritzl tuvo que llevarla al hospital. Los médicos le diagnosticaron insuficiencia renal y exigieron la presencia de ambos padres. Las falsas cartas de Josef, en las que supuestamente la hija vivía en una iglesia, resultaron bastante sospechosas para los expertos de la policía.
Entonces, el bastardo tuvo que sacar a su hija del sótano, y llevarla con él al hospital. Allí fueron inmediatamente arrestados, y separados en celdas diferentes. Sólo cuando se le dijo a la pobre mujer que ni ella ni sus hijos volverían a ver a Joseph, Elizabeth decidió contarlo todo. ¡Después de las pruebas genéticas, todo quedó aclarado!
El ingeniero eléctrico, de 73 años de edad, fue condenado a cadena perpetua, y se encuentra en estos momentos en una prisión para enfermos mentales.
Los oficiales de la policía que desenmascararon a Fitzl, dijeron que el violador estaba completamente privado de empatía, y sólo se preocupaba por satisfacer sus propios deseos crueles. ¡Si Kerstin no se hubiese enfermado, ella, su madre y sus hermanos, hubieran tenido que vivir en cautiverio con un monstruo hasta su muerte!
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