Cuando un ser querido muere, la vida pierde sus colores y se pone gris. Este es uno de los momentos más difíciles, al que las personas deben sobreponerse. Así le sucedió a Kate Brazel, cuando Fred, su esposo, falleció.
El sargento mayor Alfred Brazel sufría de cáncer colorrectal. Murió en julio de 2017, 5 meses después del diagnóstico. En el momento de su muerte, solo tenía 37 años.
Kate y sus dos hijos, Milan y Mason, visitaron por primera vez la tumba de Fred en noviembre de 2017. Ella recuerda que lloró durante todo el viaje al cementerio.
«Como familia militar, pasamos mucho tiempo separados el uno del otro, así que me pareció que regresaría en cualquier momento de un viaje de trabajo», – dijo Kate.
Tan pronto como madre e hijos llegaron a la tumba de Fred, honraron su memoria con silencio. Los chicos tendieron mantas cerca de la lápida y se comunicaron con su papá. Le contaron sobre sus logros y emociones, como si estuvieran hablando con Fred vivo.
Es bastante difícil para una viuda explicar el concepto de la muerte a los pequeños niños, especialmente cuando ella misma está en un profundo dolor. Kate les dijo que Dios tomó a Fred para ayudarlo en el paraíso.
«Al estar cerca de la tumba de su esposo, Kate mostró un profundo poder y dignidad. Su fe la inspiró, y expresó su inmenso amor por su difunto esposo y el de sus hijos en cada acción», – dijo el fotógrafo sobre la viuda.
Antes de salir del cementerio, el hijo menor tenía algo más en mente. Quería abrazar a papá, y decirle adiós. Kate Brazel confía en que los niños recordarán a su padre por siempre.
Kate, Milan y Mason continuarán visitando la tumba de Fred, recordando al buen padre y esposo. Es muy desafortunado el fallecimiento de este gran hombre a tan temprana edad. Deseo de todo corazón que su familia soporte el dolor de la pérdida.
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