A pesar de que hemos vivido durante más de 17 años en el siglo XXI, la humanidad aún no se ha librado de fenómenos tan rudimentarios como la discriminación basada en el género, la raza o cualquier otro signo.
La familia Halbert, cuya historia contamos hoy, sintió en su propia piel lo que es el racismo. Rachel, durante mucho tiempo no pudo quedar embarazada y, habiendo consultado con su esposo Aaron, comenzó a pensar en la adopción.
Rachel y Aaron decidieron convertirse en padres de un niño y una niña, y no les importó que los pequeños fueran de piel negra. Sin embargo, muchas personas alrededor reaccionaron negativamente a la decisión de la pareja.
Aaron dice: «Sabíamos que en el sur del país habría muchas personas que reaccionarán negativamente a nuestra decisión. En el supermercado había una mujer blanca anciana que nos miró con disgusto, y una mujer afroamericana, sacudiendo la cabeza con desaprobación».
Al mismo tiempo, a la pareja no le importaban las opiniones de los demás. Estaban orgullosos de su inusual familia. Además, con el tiempo, la familia descubrió la posibilidad de la adopción de embriones, y decidió aprovechar este avance de la ciencia.
Los Halbert llegaron a la clínica, y establecieron una condición: Que los embriones (querían dos hijos), que en el futuro se implantarían en el cuerpo de Rachel, deberían ser afroamericanos. Esta decisión se tomó así, para que los nuevos niños «correspondieran» a sus hermanos.
Sin embargo, y para sorpresa de los futuros papás, durante el embarazo, uno de los embriones se dividió, por lo que Rachel dio a luz no a dos, sino a tres preciosas chicas.
Muchísimas personas de todo el mundo han apoyado la decisión de Aaron y Rachel de crear una gran familia internacional, decisión que, por supuesto, ha hecho que los Halbert hicieran historia en su país.
El hombre recuerda que cuando un amigo, que también estaba recolectando documentos para la adopción, dijo: «Quiero que mi familia se parezca a una pequeña Organización de las Naciones Unidas». Pues bien, Aaron ya ha conseguido acercarse a la realización del sueño de su amigo.
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