Aunque uno no determina el destino, sí es uno quien toma las decisiones. El protagonista de la historia de hoy, Pietro Gamba, el médico italiano de 64 años, cree en la Providencia, y en una ética férrea que le impulsa a trabajar sin desmayo, con un humor envidiable y una broma siempre a punto. También cree en las estrellas, las estrellas andinas, las mismas que tienen el mágico poder de guiar a cada persona hacia la auténtica meta de su vida.
Toda esta historia comenzó cuando Pietro tenía 20 años, y decidió dejar a su numerosa familia campesina, y su trabajo como obrero de una fábrica, con el único objetivo de evadir el servicio militar. La ley italiana establecía penas de prisión para aquellos que se negaban a servir en el ejército, por lo que buscó la ayuda de un amigo, que le propuso una solución: lo mandaría a Bolivia, a condición de que el joven fuera como voluntario en una de sus misiones.
Así fue como, en 1975, Pietro Gamba embarcó rumbo a Sudamérica, intrincándose en la miseria profunda de Challviri, durante tres largos años. Ayudaba a los vecinos en el trabajo del campo, y a construir la escuela de la localidad. «Me entusiasmó esta comunidad compacta, solidaria, con altos valores de respeto, trabajo duro y honestidad absoluta».
Alrededor del 38% de la población boliviana vive por debajo del umbral de la pobreza. El gobierno se ha olvidado de este rincón, y los pacientes tienen que vadear el barro bajo la mirada despreocupada de la única doctora. En fin… ¡La gente de Challviri tendrá que recurrir al hospital de Cochabamba, a tres horas en coche de aquí, para poder atenderse con un médico!
Cuando una epidemia de sarampión se llevó la vida de muchos niños, una noche, mirando a las estrellas, Pietro sintió que le electrizaba un pensamiento medio alocado: «¿Qué tal si me convirtiera en un médico de verdad para ayudar a estos indefensos?» Y por las cosas de la vida, mientras más huía de la idea, más dentro se metía.
Pietro decidió regresar a Italia, y a los 32 años, se licenció en medicina con las notas más altas, y entonces se lanzó de nuevo a su Bolivia, con 25.000 dólares que le donaron sus amigos italianos, y un principio irrenunciable: abrir un buen hospital para los campesinos.
Hoy en día, a la Fundación Pietro Gamba llegan pacientes de toda Bolivia, porque saben que el doctor Pedro, o «el gringo loco», como lo llaman en la región, cobra barato sus servicios, y que los atenderá por igual, aunque no tengan dinero para pagar.
A pesar de los innumerables obstáculos, su equipo realiza unas 160 operaciones al año, y recibe a 15 personas al día, poniendo inyecciones, tomando la tensión, revisando los pulmones y repartiendo pomadas.
El «gringo loco» es así: siempre hacia adelante, con su filantropía de misionero cimentada en el orgullo de científico. Pietro Gamba no se cansa, y con la energía y el entusiasmo de un joven, siempre se las arregla para cuadrar las cuentas de su hospital. Ademas, cuenta con una red de donantes privados y de amigos solidarios de Italia y Suiza.
«Llámelo suerte, si quiere, yo prefiero llamarlo providencia», sonríe. Para él, el mérito del éxito del hospital lo tiene la gente de Challviri.
¿Qué te parece esta historia del «El gringo loco» de los Andes? Sin duda, un caso de amor a la Tierra como pocos. ¡Un rayito de sol donde la oscuridad suele reinar! ¿No crees? ¡Comparte este post con tus amigos, este médico italiano lo merece!
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