El problema del «bulling», a nivel escolar, es más común de lo que creemos. En todas las aulas hay chicos que son intimidados, tanto física como emocionalmente, por sus compañeros, solo por ser diferentes de los demás. Estos chicos suelen caer en la depresión, por no contar con la ayuda oportuna de sus amigos, profesores y padres…
Solo hay una manera de salir de esta situación: Cambiar a las víctimas desde el interior, enseñándoles a mirar el problema desde otro punto de vista. Por desgracia, este trabajo suele tardar un buen tiempo en dar sus resultados. A menos que… Nuestra protagonista de hoy encontró una manera muy eficaz, y decidió compartir su experiencia en la Web.
Antes del trabajo, esta profesora fue a la tienda y compró 2 manzanas. Durante la hora de clase, ella sentó a sus alumnos en un círculo, y les pidió que encontraran las diferencias entre ambas manzanas, aunque en realidad eran casi iguales (del mismo color, del mismo tamaño). Casi todos estaban en silencio…
Entonces, la maestra tomó una manzana y dijo: «¡Pero qué desagradable!». Después de eso, la maestra arrojó la fruta contra el suelo. Tomando la manzana, la maestra se volvió hacia el estudiante que se sentó a su lado, diciendo: «¿No crees que esta manzana es repugnante? Llámala de alguna manera, y tírala en el suelo». El alumno obedeció la petición, sin chistar.
Después de eso, todos los niños comenzaron a repetir el «juego». Los supuestos defectos llovieron a cántaros: la piel está dura, el tallo es horrible, y el color está feo… Los alumnos se divertían alegremente diciéndole a la manzana todo lo que pensaban de ella y, a su vez, arrojándola al suelo.
Cuando la pobre fruta finalmente volvió a la maestra, esta le pidió a los niños, otra vez, que buscaran diferencias entre ella y la otra manzana. A pesar de que la fruta fue arrojada al suelo, por fuera se mantuvo intacta, y no hubo mucha diferencia entre las dos manzanas.
Luego, la maestra cortó la otra fruta, que todo ese tiempo estuvo sobre la mesa. En su interior, la masa estaba firme, y de aspecto agradable, y todos los niños estuvieron de acuerdo en que la comerían con placer. Entonces, le llegó el turno a la «víctima». ¡Por dentro era marrón y puro batido! Sobra decir que nadie quería comerla…
Después de eso, la maestra dijo: «¿Ustedes no le hicieron esto a la manzana? ¿Por qué no la quieren comer ahora? Había un silencio mortal en el aula. La voz de la profe lo interrumpió: «Lo mismo sucede con la gente. Cuando agredes a alguien, o te burlas de él, exteriormente no se ve nada, pero dentro, la persona se vuelve puro dolor, como la manzana. Por lo tanto, ¿No creen que ya es hora de arrojarnos, los unos a los otros, al suelo?».
Los niños comprendieron muy rápidamente la moraleja. Entonces, comenzaron a compartir sus experiencias, lo incómodo que era todo, cuando el mundo se viraba contra ellos… Luego, todos se rieron amablemente, juntos. Cuando terminó la hora de clases, los niños corrieron a abrazarse unos a otros, y a la maestra.
Es genial que los niños comprendan sus errores. En mi opinión, la experiencia de esta profesora puede ser utilizada por otros, como ejemplo. De ser así, de seguro miles de víctimas del bulling cambiarían radicalmente sus vidas.
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