No es ningún secreto que los representantes del mundo antiguo eran bastante relajados en términos de sexo. Hasta nuestros días han sobrevivido una gran cantidad de imágenes de las relaciones sexuales de aquellos tiempos, así como descripciones en detalle de este íntimo proceso.
Pero, bien se sabe que el sexo – no sólo es satisfacción, sino también una serie de problemas. Hoy ¡Qué pasada! quiere levantar el velo del secreto sobre la vida íntima del mundo antiguo, revelando tabién cómo se protegían de un embarazo no deseado.
Por supuesto, no contaban con los anticonceptivos como nosotros en la actualidad, por lo que la población tenía que arreglárselas por medios propios. Muchos de estos métodos no pasaban de ser un puro supersticio.
Así, el estadista romano Plinio Junior afirmaba que, si una mujer pasaba por sobre una víbora, podría sufrir un aborto involuntario. ¡Esto pudiera parecer divertido, pero algunas mujeres realmente intentaban, de esta manera, deshacerse de un bebé no deseado!
El médico griego Sorano de Éfeso recomiendaba, para la prevención del embarazo, que las mujeres en el momento más crítico del orgasmo contuvieran la respiración y se separaran de la pareja, con el fin de evitar que el semen penetrara demasiado profundo. Y después de eso, había que sentarse de cuclillas e inmediatamente estornudar.
Sin embargo, también hubo anticonceptivos más eficaces. El mismo Sorano de Éfeso, en su tratado «Sobre las enfermedades femeninas», propone en calidad de estos el uso de jarabes a base de jengibre y la cáscara de granada, usándolos en forma de supositorios vaginales.
Las mujeres de la Antigua Roma, antes de la relación sexual, se insertaban una esponja en la vagina, que impedía la entrada de semen en el útero. También se recomendaba que, después del sexo, se masticara semillas de la zanahoria silvestre. De hecho, estudios recientes han confirmado que esta planta interfiere en la función reproductiva.
Si con la anticoncepción, las cosas estaban lo suficientemente malas, peor era en el parto. Las mujeres, a menudo, se enfrentaban a la muerte. Plinio el Primero en su obra escribió que, en calidad del anestésico, ¡había que ofrecerle a la mujer un brebaje de vino de miel, mezclado con los heces de una puerca parida! Y con el fin de acelerar el proceso del parto, ponían sobre el vientre de la parturienta una pata de hiena…
Bueno, definitivamente, no envidiarías a las mujeres de aquella época… Sin embargo, incluso en el presente, la tradición sexual vez algunos pueblos del mundo no es menos impactante que la vida íntima de las personas del mundo antiguo.
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