Freddie Mercury fue, es y será uno de los músicos más famosos y geniales de la historia de la humanidad. En 1991, esta estrella del rock falleció de una fatídica enfermedad: el SIDA. En ese momento, el cantante quizás fue la primera persona pública en morir a causa de este terrible virus.
Sin embargo, a pesar de haber sido diagnosticado, Freddie nunca renunció a su carrera, como seguramente muchos habrían hecho en su lugar. Por el contrario, comenzó a trabajar a un ritmo vertiginoso.
Uno de sus mejores amigos y colegas recuerda: «Freddie me dijo: «Escríbeme, escríbeme cualquier cosa. Sé que me queda poco tiempo. Escríbeme la letra, escríbeme la música. Yo la cantaré, después podrán hacer lo que quieran. Lo más importante – acaben…»»
Denise Richards, el productor de Freddy, recuerda que el músico estaba en un estado grave, muy cercano a la muerte, pero aun así vino al estudio para grabar una canción de despedida – «Mother love» («Amor de madre»). Como ya quedaba poco, decidieron grabar el hit sin arreglos, solo con una caja de ritmos…
En esta canción, Freddie desplegó todo su talento, con unas notas increíbles, que todavía me ponen la piel de gallina. Cantó al último verso, y luego dijo: «No puedo más, ahora descanso un poco y terminamos». Mas, Mercury nunca regresó al estudio de grabación…
En su tumba aún se puede leer el siguiente epitafio: «Freddie Mercury. Aquel que amó la vida. Aquel que cantó una canción». El último verso de la canción «Amor de madre» fue interpretado por Brian May. La misma está incluida en el álbum «Made in heaven» de la banda Queen, publicado en 1995.
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