El antiguo poeta romano, Horacio, dijo una vez que el avaro siempre estará necesitado, y nuestra protagonista de hoy es la mejor prueba de dicha afirmación. No en vano, esta dama llegó a ocupar un lugar en los registros del Libro de los Récord Guinness, como la persona más tacaña en la tierra.
Al nacer, en 1834, ella se llamaba Henrietta Robinson, pero entró en la historia bajo el nombre de Hetty Green, o la «Bruja de Wall Street». Si bien entonces este apodo tan fuerte todavía estaba bien lejos, ya desde sus inicios, la niña comenzó a mostrar signos de su mal carácter. Por ejemplo, ella era asidua a las peleas…
Los padres de Hetty pasaron casi todo su tiempo en la industria ballenera, donde ganaban bastante bien, por lo que de la crianza de la niña se ocupó su abuelo, quien tenía unas inclinaciones pedagógicas muy extrañas. En lugar del alfabeto, le dio a leer a Hetty informes financieros, y los registros contables la ayudaron con la aritmética.
Ya a la edad de 13 años, Henrietta llevaba todas las cuentas de la limpieza. Además, ella regularmente ayudaba a su padre en los negocios, así que a menudo visitaba el puerto.
A la edad de 15 años, la niña fue enviada a una escuela de Boston, con la idea de que obtuviera una educación clásica, pero Hetty tenía otros planes para su vida. La niña mostró resultados repugnantes en todas las materias, excepto en las matemáticas, en las que sobresalió por mucho…
Pero ella no se quedó mucho tiempo en la escuela. Después de estudiar durante un año en los cursos de contadores, dijo que sabía todo lo que necesitaba.
Un día, sus padres la enviaron a Nueva York, como regalo de invierno. Para sus gastos, la niña recibió 1.000 dólares, lo que era una suma considerable para los estándares de ese tiempo. Casi todo ese dinero, Hetty lo invirtió en las acciones.
Después de la muerte de su padre, en 1865, Henrietta heredó 7,5 millones de dólares. El resto de los parientes tomaron posesión de la industria ballenera. Sin consultar a nadie, la mujer invirtió todo el dinero en bonos militares. Cuando los familiares trataron de desafiar su decisión, Hetty quemó varios de sus barcos. Con esto, dejó claro que podría seguir adelante por sí sola…
Por esa época murió su tía, legando varios millones de dólares a la caridad. Este giro de los acontecimientos no le hizo mucha gracia a nuestra protagonista, por lo que hizo otro testamento, donde se informaba que todo el dinero de su tía pasaba a nombre suyo, y todas las demás voluntades eran inválidas. Por supuesto, perdió ante el tribunal.
Como era de esperar, el caso del testamento generó un gran escándalo. Después, a la edad de 33 años, Henrietta decide casarse con el multimillonario Edward Green, no sin antes acordar en el contrato prenupcial que los asuntos de la pareja se llevaran por separado, y que su marido no pudiera reclamar la propiedad de su esposa. La nueva familia se marcha a Londres.
De ese matrimonio nacieron dos hijos: Ned y Sylvia. Unos años más tarde, la pareja regresa a los Estados Unidos, y poco después, el Sr. Green se declara en quiebra. Henrietta se divorcia de su marido, aunque tiempo después se reconcilia con él, y lo cuida hasta su muerte, actuando como enfermera. Este probablemente haya sido el único caso de ayuda desinteresada en la vida de esta mujer.
Después de un corto período de tiempo en Nueva York, prácticamente no había empresa que no le pidiera dinero prestado de Hetty Green. Incluso, el propio gobierno de la ciudad recurrió a la «señora de Wall Street», durante la crisis financiera.
El talento financiero de esta mujer era fenomenal, pero su carácter era francamente miserable. Cambió su ropa interior sólo cuando estaba completamente desgastada. Además, llevaba un solo viejo vestido negro, que le valió el apodo de la «Bruja de Wall Street».
Imagínate que le ordenó a su ama de llaves que solo lavara la ropa en aquellos lugares donde estaba sucia, para no desperdiciar el jabón en vano. El agua caliente y la calefacción era un lujo inexcusable. Y para comer, solo compraba en la tienda galletas partidas, porque eran las más baratas…
Sin embargo, el colofón de la avaricia de Hetty Green fue su actitud hacia la salud de sus hijos. Su hija Sylvia nació con un defecto en el pie, pero su madre nunca la llevó al médico, porque pensaba que los doctores sólo pensaban en cómo robarla.
Pero la peor parte se la llevó su hijo Ned. El muchacho se rompió la pierna, en una caída, pero, paradójicamente, su madre no buscó la ayuda de una clínica privada, sino cambió su ropa por trapos más viejos, y se dirigió a un hospital de caridad.
Pero sólo su plan no funcionó. Todos en la ciudad la conocían, y si no, adivinaban su identidad por su famoso vestido negro. Como era de esperar, el médico se rehusó a tratar al muchacho, si la millonaria mujer no pagaba. ¿Y qué crees que sucedió? Pues bien, Hetty compró el anestésico más barato en la farmacia, y decidió curar al niño ella misma.
Después de un tiempo, la pierna de Ned se gangrenó, y tuvo que ser amputada.
Para el momento de su muerte, la fortuna de Hetty Green se estimaba en el rango de los $ 100 a $ 200 millones, que en la actualidad serían de 2 a 4 mil millones, en moneda estadounidense. De hecho, la mujer murió discutiendo con su ama de llaves por el precio de la leche, y en medio de la pelea sufrió una apoplejía.
Todo su dinero, Hetty lo legó a su único hijo varón, quien, a modo de venganza, lo gastó rápidamente en lujos, yates y bebidas alcohólicas. Por supuesto, Ned compartió su herencia con su hermana, pero Sylvia donó su parte a la caridad. Y así terminó el patrimonio de la mujer más avara del mundo…
Hay que admitir que Hetty Green fue un personaje muy interesante, que dejó su huella en la historia, aunque no creo que valga la pena ser como ella, ¿no crees?
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