Para Rachel, una joven de 23 años de edad, el calvario comenzó en enero de 2016. Fue cuando ella sintió por primera vez un ligero abultamiento donde el cuello se termina, y comienza el craneo. Al igual que cualquier persona razonable, nuestra heroína no esperó a que las cosas se pusieran peores, y al instante fue al médico.
Sin embargo, el médico le dijo que se trataba de un tumor inofensivo, indicó una cirugía en abril y envió a Rachel de vuelta a casa. Solo que el tumor continuó creciendo, y luego, empezó a doler mucho. La chica decidió consultar a dos especialistas más, pero ambos simplemente se deshicieron de la paciente.
Llegado el abril, el cirujano se limitó a abrir el abultamiento, miró el interior, le comunicó a la joven que el tumor era demasiado grande, cerró la herida y volvió a enviar a la infeliz a casa. Es difícil imaginar por lo que pasó la pobre, qué sentimientos desmoronaban su vida… Pero una semana más tarde, en la casa de Rachel sonó el teléfono.
Las muestras del tejido finalmente llegaron a manos de un especialista competente. ¡Resultó que todo este tiempo, en la cabeza de la chica crecía un tumor maligno! Desplázate al segundo 30 del video, para ver en detalle la historia de Rachel.
Afortunadamente, los médicos fueron capaces de curar a Rachel, pero para ello, se necesitaron meses de quimioterapia, una cirugía de diez horas de duración y cinco transfusiones de sangre. Para cubrir el lugar expuesto, fueron utilizados fragmentos trasplantados de los músculos de la espalda de la niña y de la piel del pie.
Ahora la desafortunada tendrá que acostumbrarse a la ausencia del cabello en la nuca y la limitada movilidad de la cabeza. Por otra parte, los médicos concuerdan en que, lo más probable, el cáncer reaparezca y pueda dar metástasis.
Pero si los médicos que atendieron a Rachel, fueran más atentos desde principio, esta historia tuviera otro final…
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