Tal vez, lo milagros sí suceden realmente… Digan lo que digan, pero en el mundo suceden tantos eventos absolutamente inverosímiles, que las más grandes mentes no hallan cómo explicarlos, haciéndote, quieras o no, llegar a esta conclusión. Precisamente una historia de esas, ¡Qué pasada! ha traído para contar…
David y Kate Ogg, una pareja australiana, después de tres años de matrimonio, finalmente descubrieron, muy dichosos, que iban a ser padres de un niño. Para la gran felicidad de los padres resultó que estaban esperando gemelos.
Con mucho amor, prepararon una habitación para sus futuros hijos y fueron alistándose para la llegada del gran día. Pero Kate dio a luz prematuramente, después de tan solo 26 semanas de gestación. El parto fue muy difícil, tanto para la madre como para los bebés… Durante el parto, solo la bebé, pequeña Emily, logró salir sin problemas. Pero su hermanito gemelo no tuvo tanta suerte.
Kate cuenta: «Después del parto, el médico vino a nosotros y nos preguntó si ya le dimos el nombre al bebe. Le dijimos al médico que su nombre era Jaime. El médico nos miró con tristeza y dijo: «Lo siento mucho pero Jaime no lo logró… Lo perdimos…» A David se le doblaron las rodillas, y yo le pregunté al médico si podía sostener a Jaime en mis brazos, para despedirme de él. Le dije que si estos eran nuestros últimos instantes, teníamos que pasarlos juntos. Me han traído al bebe.
Él estaba muy frio. Lo puse sobre mi pecho para que pudiera escuchar el latido de mi corazón, y le pedí a David que se quitara la camisa y con ella envolví a Jaime. Comenzamos a hablar al niño, de los muchos planes que teníamos para él. Le contamos que tenía una hermanita pequeña, Emily, a la que él debía cuidar. Y mucho mucho más…
De repente, el bebé comenzó a moverse, luego tomó una bocanada de aire, exhaló, y luego se aferró al dedo pulgar de David… El pequeño había vuelto a la vida»…
Ahora Jaime y Emily viven y gozan de plena salud. Ninguno de los médicos que presenciaron el hecho, pudieron dar alguna idea o una explicación lógica para lo sucedido. ¿Y acaso, es necesario? El amor de una madre, la fuerza más poderosa que ejerce sobre su bebé, ha hecho un verdadero milagro que hizo que su corazón comenzara a latir y lo volviera a la vida.
Estas increíbles historias de amor y de fe deben ser contadas siempre que sea posible, sin importar de que exista o no una explicación del por qué. ¡Creer en los milagros hace bien a la gente! Si estás de acuerdo, entonces no olvides de compartir con tus amigos esta asombrosa historia.
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