Hasta cumplir 28 años, este chico británico Sebastián David no podía presumir de tener una figura excelente. No se destacaba por sus cualidades ni apariencia. Su barriga cervecera lo hizo merecedor del apodo de «El Gordo» en el círculo de amigos.
Aunque Sebastián era bombero, no ejercía actividad física alguna. En lugar de ello, disfrutaba de la comida abundante, prefiriendo la rápida, con exceso de calorías y acompañada de cerveza.
Según sus cálculos, Sebastián solía gastar cerca de 140 libras esterlinas semanalmente en los restaurantes de comida rápida. ¡Consumía hasta 7000 kilocalorías diariamente!
Probablemente, seguiría siendo un gordo, si en su vida, de repente, no ocurriría una tragedia. Hace un año y medio su padre falleció. Sebastián se quedó tan afectado que empezó a revaluar su propia vida, ansioso de cambiarla.
Para distraerse de pensamientos graves, Sebastián se matriculó en un gimnasio. Al principio para él, esto no era más que un pasatiempos, para no quedarse a solas consigo mismo. Pero muy pronto, el deporte se convirtió en algo indispensable y le dio un nuevo sentido a su vida.
Además de los ejercicios en el gimnasio, Sebastián hizo una revisión total de su menú. Empezó a prestar más atención a una alimentación sana. Y aunque el chico no se limitaba a nada, en cuanto a la cantidad de comida consumida, sus raciones se volvieron más equilibradas.
Сerveza, alitas de pollo y patatas fritas han desaparecido por completo de su menú. Ahora el chico sigue una dieta especial, basada en hortalizas, cereales, pechuga de pollo y el agua común.
Bastaron apenas 7 meses, para que el chico perdiera ¡25 kilogramos! Y 6 meses más tarde, Sebastián tomó parte en una competencia de culturismo. Obtuvo el séptimo lugar y fue honrado con el premio especial – ¡el Premio de los espectadores!
En la competencia lo notaron los representantes de una agencia de modelos. Le ofrecieron un contrato muy tentador. Ahora el chico representa unas marcas de ropa muy conocidas.
Es increíble lo que una desgracia en la vida puede con nuestro destino. No hay suerte, pero la desgracia ayudó… Suele decir el antiguo proverbio. Si te ha fascinado la historia de David, no te olvides de contarla a tus amigos.
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