Ahora se considera que vivimos en una época bastante cruel, donde la gente casi no se preocupa por la suerte de sus semejantes y prefiere vivir en su propio mundo aislado…
Aunque, a menudo, las buenas acciones pasan desapercibidos, todavía ocurren y pueden servir de ejemplo a los demás. La joven americana Nicole Marie Heintz, de Apple Valley, compartió con sus suscriptores en Facebook una increíble historia.
Después de leer estas líneas, incluso a los cínicos más endurecidos volverá la fe en la humanidad y la compasión. ¡Qué pasada! te propone conocer la historia de esta mujer.
«Yo estaba conduciendo, camino al trabajo, y me detuve en una estación de servicio, porque el combustible en el tanque estaba casi en cero. Al acercarme a la gasolinera, salí del coche y me dirigí al edificio. Fue entonces cuando mi atención atrajo un hombre de mediana edad, que estaba parado al lado del surtidor más cercano… llorando.
Decidí observarlo más de cerca, cuando mis ojos se fijaron en algo que hizo temblar mi corazón. A pesar de que en la calle era pleno invierno, y la temperatura alcanzaba unos 10 grados bajo cero, ¡el hombre calzaba nada más que las chancletas, encima de los calcetines!
Miré su coche y, ahí dentro, vi a su esposa que estaba llorando, con la cara entre las manos. Y en el asiento trasero, arropadas con una manta, tratando de mantenerse calentitas, se apretujaban dos niñas adolescentes.
Me acerqué al hombre y le pregunté qué había pasado. Se estremeció y me miró. Era evidente que estaba luchando por recuperarse y ocultar sus lágrimas, pero sin mucho éxito. Después de unos segundos de lucha con sus sentimientos, se desahogo y dijo: “No puedo mantener a mi familia…”
Era evidente que el hombre finalmente se rompió bajo el peso de las circunstancias. Sentí deseos de hacer algo bueno y útil para esta familia. Inesperadamente para mí, tomé la tarjeta y le dije que pagaría por su gasolina … Al oir estas palabras, los ojos del hombre se abrieron, llenos de asombro. ¡Parecía que por un momento se había olvidado cómo echar el combustible!
Cuando yo estaba pagando, su mujer salió del coche y le preguntó a su marido qué estaba ocurriendo. Le respondió que yo acababa de pagar por su gasolina. Al oír esto, la pobre mujer se quedó sin aliento y se llevó las manos a la cara. Corrió hacia mí para apretarme la mano, dándome las gracias calurosamente.
Me vino a la mente otra idea, así que le pedi a la mujer que se acercara a mi coche. Por suerte, en el maletero tenía un buen montón de cosas de uso. Sucedió que, camino a Minnesota, se perdió mi equipaje, por lo que tuve que comprarme ropa nueva. Unos días más tarde, el equipaje apareció, y pude recuperarlo. Y en estos momentos, estaban ahí, en mi coche, las cosas que ya no necesitaba.
Le propuse a la mujer que tomara las cosas que necesitara. Al oír esto, ella se sorprendió, y entonces, casi corriendo, se dirigió a su coche. Al principio, pensé que la había asustado con mi excesiva insistencia, pero resultó que la mujer fue a llamar a sus hijas. ¡Mis viejas cosas les resultaron de lo más útiles!
Mientras tanto, este evento atrajo la atención de otros clientes de la gasolinera. Uno de ellos le regaló su chaqueta al hombre de la familia. ¡Fue un momento muy conmovedor! ¡La gente de corazón le ayudaban a los necesitados, que veían por primera vez en sus vidas!
¡Ver este incidente me hizo sentir la esperanza y fe en la humanidad! Me di cuenta de que, a pesar de todo, nuestro mundo está lleno de amor, que la gente cree en Dios y están dispuestos a ayudar a su prójimo, como lo dicen las Escrituras. Sólo hay que dar el primer paso y no tener miedo de ser el primero en hacer una buena acción. ¡Ya el resto de las personas se encargarán de multiplicarla!»
Fue así como, aparentemente desesperada, se resolvió esta situación. La familia desamparada recibió su ayuda, y Nicole, la chica que les dio su apoyo, encontró la fe en la humanidad. Si también te sentiste inspirado con esta historia, asegúrate de compartirla con tus amigos.
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